En el texto de Francisco Gutiérrez titulado The Courtroom and the Bivouac: Reflections on Law and Violence in Colombia (Gutiérrez, 2001), la ley tiene un papel protagónico en la construcción de discursos en la vida pública colombiana, principalmente aquellos que se dan en lo que podríamos llamar la cotidianidad de la violencia. Uno de los medios por los cuales este protagonismo se hace presente es el uso del lenguaje, que según Bourdieu, se convierte en la brecha que existe entre la práctica y la estructura social. En este caso particular, el lenguaje está representado en el papel que dentro de la cultura tiene la construcción de discursos acerca de la ley.
Un ejemplo claro de lo anterior, es lo que Gutiérrez llama “la construcción racional del Yo”, que se entiende como la acción por medio de la cual los individuos, al verse inmersos en una situación particular erigen una subjetividad que da cuenta de la misma. En el caso colombiano la frase...”¿Quién sabe a quién “el muerto” le debía algo?...”, nos ayuda a entender cómo en el conflicto colombiano está siempre presente la posibilidad de que cualquier ciudadano sea blanco de una acción violenta. Esto entonces trae como consecuencia “la construcción racional de un Yo” que tiene una relación cotidiana con esta probabilidad, que se reflejará en frases tales como “Yo soy prudente... entonces Soy...” la cual representa la situación de la mayoría de la población colombiana. En otras palabras, si yo soy prudente y no hablo de lo que no tengo que hablar, pues la probabilidad de ser víctima de un acto violento será mínima
Vemos entonces, cómo la relación entre Ley y realidad social, está presente en los diferentes ámbitos del conflicto armado en Colombia, o como lo llama Francisco Gutiérrez, “la guerra sucia” (Gutiérrez, 2001). Por un lado, la ley se convierte en un instrumento para ejercer violencia, principalmente al ser un elemento clave de la representatividad de cualquier grupo o persona, una muestra de esto es el uso instrumental de la ley por parte de los grupos armados, para convertirse en actores políticos, por ejemplo la extorsión utilizada por “Los Extraditables”, o los comunicados de prensa de las guerrillas en los que hacen públicas sus pretensiones en el conflicto.
Es claro que The Courtroom and the Bivouac: Reflections on Law and Violence in Colombia (Gutiérrez, 2001), nos da un panorama de la relación entre violencia, ley y realidad social, pero además nos brinda herramientas para construir reflexiones personales de cómo la relación ley/realidad social se puede ejemplificar en la cotidianidad y por medio de formas de violencia un poco más sutiles que aquellas utilizadas por los actores armados.
En Bogotá coexisten diferentes formas de vivir la cotidianidad, principalmente aquellas relacionadas con la legalidad y con la ilegalidad, en esta última viven, entre otros actores, aquellos que habitan los barrios de invasión de la capital, su situación de “ilegalidad” genera relaciones con el sistema jurídico muy particulares, una de esas es aquella en la cual los Gobiernos Distritales tienen el deber y la necesidad de convertirlos en ciudadanos “legales” al reubicarlos en barrios que están “dentro de la ley”. La reflexión va entonces encaminada a pensar en las relaciones violentas que estas clasificaciones (legal, ilegal) generan en el diario vivir de las personas. Por un lado al vivir en la “ilegalidad”, se generan discursos como el de las necesidades básicas insatisfechas, la vulnerabilidad y el riesgo no mitigable por la ubicación de la vivienda, pero por otro al vivir dentro de la “legalidad”, se construye un discurso paradójico, ya que aunque sus necesidades aumenten, como por ejemplo con el pago de impuestos, la imagen que los otros construyen de estos nuevos ciudadanos de la legalidad, es la importancia de que ahora estén dentro de “la norma” y que por lo tanto son “ciudadanos de bien” .
BIBLIOGRAFÍA.
• Gutiérrez S., Francisco; Stroller, Richard. 2001. “The Courtroom and the Bivouac: Reflections on Law and Violence in Colombia”. Latin American Perspectivas, Vol. 28 No. 1 Colombia: the forgotten war (Jan. 2001) pp. 56-72.
Un ejemplo claro de lo anterior, es lo que Gutiérrez llama “la construcción racional del Yo”, que se entiende como la acción por medio de la cual los individuos, al verse inmersos en una situación particular erigen una subjetividad que da cuenta de la misma. En el caso colombiano la frase...”¿Quién sabe a quién “el muerto” le debía algo?...”, nos ayuda a entender cómo en el conflicto colombiano está siempre presente la posibilidad de que cualquier ciudadano sea blanco de una acción violenta. Esto entonces trae como consecuencia “la construcción racional de un Yo” que tiene una relación cotidiana con esta probabilidad, que se reflejará en frases tales como “Yo soy prudente... entonces Soy...” la cual representa la situación de la mayoría de la población colombiana. En otras palabras, si yo soy prudente y no hablo de lo que no tengo que hablar, pues la probabilidad de ser víctima de un acto violento será mínima
Vemos entonces, cómo la relación entre Ley y realidad social, está presente en los diferentes ámbitos del conflicto armado en Colombia, o como lo llama Francisco Gutiérrez, “la guerra sucia” (Gutiérrez, 2001). Por un lado, la ley se convierte en un instrumento para ejercer violencia, principalmente al ser un elemento clave de la representatividad de cualquier grupo o persona, una muestra de esto es el uso instrumental de la ley por parte de los grupos armados, para convertirse en actores políticos, por ejemplo la extorsión utilizada por “Los Extraditables”, o los comunicados de prensa de las guerrillas en los que hacen públicas sus pretensiones en el conflicto.
Es claro que The Courtroom and the Bivouac: Reflections on Law and Violence in Colombia (Gutiérrez, 2001), nos da un panorama de la relación entre violencia, ley y realidad social, pero además nos brinda herramientas para construir reflexiones personales de cómo la relación ley/realidad social se puede ejemplificar en la cotidianidad y por medio de formas de violencia un poco más sutiles que aquellas utilizadas por los actores armados.
En Bogotá coexisten diferentes formas de vivir la cotidianidad, principalmente aquellas relacionadas con la legalidad y con la ilegalidad, en esta última viven, entre otros actores, aquellos que habitan los barrios de invasión de la capital, su situación de “ilegalidad” genera relaciones con el sistema jurídico muy particulares, una de esas es aquella en la cual los Gobiernos Distritales tienen el deber y la necesidad de convertirlos en ciudadanos “legales” al reubicarlos en barrios que están “dentro de la ley”. La reflexión va entonces encaminada a pensar en las relaciones violentas que estas clasificaciones (legal, ilegal) generan en el diario vivir de las personas. Por un lado al vivir en la “ilegalidad”, se generan discursos como el de las necesidades básicas insatisfechas, la vulnerabilidad y el riesgo no mitigable por la ubicación de la vivienda, pero por otro al vivir dentro de la “legalidad”, se construye un discurso paradójico, ya que aunque sus necesidades aumenten, como por ejemplo con el pago de impuestos, la imagen que los otros construyen de estos nuevos ciudadanos de la legalidad, es la importancia de que ahora estén dentro de “la norma” y que por lo tanto son “ciudadanos de bien” .
BIBLIOGRAFÍA.
• Gutiérrez S., Francisco; Stroller, Richard. 2001. “The Courtroom and the Bivouac: Reflections on Law and Violence in Colombia”. Latin American Perspectivas, Vol. 28 No. 1 Colombia: the forgotten war (Jan. 2001) pp. 56-72.
Frente a lo que plantea Natalia diciendo que “la ley tiene un papel protagónico en la construcción de discursos en la vida pública colombiana” es importante resaltar que Gutiérrez señala que el discurso del derecho en Colombia se caracteriza por ser una combinación de reglas establecidas por contrastes políticos y culturales de la élite (Gutiérrez; 59). Es decir que la ley al ser protagonista de una cotidianidad como lo señala Natalia, se encuentra en una ambigüedad en la que la regla de la ley es impuesta por las técnicas jurídicas que manejan las fuerzas armadas, tanto legales como ilegales. Pienso que el comentario pudo haber sido profundizado en la construcción de técnicas judiciales desde la importancia que le da al lenguaje y cómo esta se puede relacionar con las relaciones que hay entre la legalidad y la sociedad que se vive en la cotidianidad.
ResponderEliminarDaniel Garzón Moreno
ASTRID CORREA
ResponderEliminarDiscrepo con Catalina en la imposibilidad de realizar el ejercicio propuesto sobre los límites de espacio que implica la participación en el foro. Es imperante reconsiderar la relación cantidad-calidad en los textos que escribimos y considerar cada vez más la economía como atributo y no defecto de las producciones textuales en las ciencias sociales. Los dos textos plantean ampliamente la posibilidad de cruzar perspectivas y categorías vistas a lo largo de la clase. Coincido con Catalina en que de los foristas fue Nicolás quien más se acerca a los objetivos del foro, sin embargo varias de sus afirmaciones son bastante cuestionables desde la consideración del papel del antropólogo en la producción y reproducción de modelos y de representaciones académicas, sociales y políticas. La siguiente frase "la antropología nos hace comprender estos hechos de manera lógica y ordenada, pero los hechos que estamos observando no son ordenados ni lógicos", por un lado hace evidente o invisibiliza, dependiendo de donde se le mire, la postura, el posicionamiento intelectual, académico y político de Nicolás, y con todo y eso, inquieta que estemos aun convencidos del poder de la antropología allí donde pareciera nada puede llegar, y por otro apuntando en la misma dirección de Catalina, la posibilidad de “lo ordenado y lo lógico”, no son atributos de exclusivos de una disciplina.
Siguiendo con las posibilidades de cruzar los textos, planteo inicialmente como eje para comprender las cruces y las superposiciones pensar el fenómeno jurídico en un marco del estado, en primera instancia por es en este gran marco donde tanto Taussig como Gutiérrez ubican sus textos. Hay varios elementos del aporte de Natalia que resultan útiles y que giran alrededor del planteamiento acerca del papel de ley en la construcción de discursos y por extensión de subjetividades en el marco de la cotidianidad de la violencia en Colombia. Pareciera no ser tan evidente pero hay una relación entre esta idea y la idea de pluralismo jurídico, de la formación de sistemas normativos alternos y complementarios en el marco de la pluralidad de tecnologías sociales (como las denomina Nikolas Rose), donde la práctica cotidiana de violencia crea nuevas subjetividades y nuevos sujetos sociales, con particularidades que implican el desarrollo de prácticas y tecnologías para su supervivencia y operatividad social. Es más claro el vínculo entre Derecho y Sociedad a partir de los textos en la relación entre dinámicas legales y la transformación social; Derecho y Cultura partiendo de la idea de cómo se estructura el sujeto a la luz de los discursos y la práctica de los derechos que determina una forma particular de agencia. Siguiendo a Comaroff los discursos jurídicos se han vuelto una manera imperante de interpretación del mundo.
Este cruce de perspectivas y los autores propuestos se ve con mayor claridad sobre casos específicos, como en los fenómenos que se desencadenan por ejemplo cuando el estado crea un municipio en zonas dominadas por agentes armados al margen (o dentro del estado), como el caso citado por María Clemencia Ramírez en su libro “Entre el Estado y la Guerrilla”, con la creación del municipio de Piamonte en la baja bota caucana.